«Empecé a criar y amansar bueyes cuando todo el mundo se deshacía de estos animales»

«Empecé a criar y amansar bueyes cuando todo el mundo se deshacía de estos animales»


Mario Nogueira y María Cristina Gómez son un matrimonio asentado en A Rúa (Ourense) y conocido por sus destrezas para la doma de bueyes, así como por la calidad de la carne de los animales que comercializan. Han participado en romerías o grabaciones televisivas.

LAURA MARTÍNEZ 

Cuando ya casi nadie quería animales para trabajar la tierra, Mario Nogueira Rodríguez siguió apostando por la doma de bueyes, que conocía desde pequeño y que había aprendido de sus abuelos y de su padre. «Empecé en una época en la que todo el mundo se deshacía de los bueyes. Casi me tomaban por loco por querer seguir con ellos cuando nadie los tenía», recuerda Nogueira. Ahora, sus bueyes son conocidos en toda España y también sus dotes para amansarlos.

Vende bueyes para vida, para carne y tiene también un grupo de ellos para acudir a las romerías. Complementa su trabajo con los bueyes con un rebaño de vacas cachenas

Llegó a vender más de 60 bueyes al año para el País Vasco, después de criarlos en el monte. Eran animales preparados para comenzar a entrenar para el deporte de arrastre, muy popular entre la comunidad vasca, así como en zonas de Cantabria o Navarra. Hoy ha diversificado más su rebaño y, además de los bueyes que sigue vendiendo para la vida, cuenta con más de 80 vacas cachenas. Además, atiende su carnicería ubicada en O Barco de Valdeorras (Ourense) donde se encarga de comercializar la carne de los terneros que cría y de otras ganaderías tradicionales de la comarca.

Los bueyes, de Portugal

Mario comenzó como carnicero a principios de los 90 y en el año 2000 abrió su propia carnicería. En aquellos primeros tiempos compró dos terneros Asturianos de los Valles para comenzar con la ganadería y pronto vendrían también los bueyes. «Con el primer dinero que ahorré compré 2 bueyes en la feria de Porto de Sanabria (Zamora)», indica. En poco tiempo, había vendido 4 bueyes para el País Vasco y en un año ya tenía 16 bueyes para vender para vida.

Tanto el oficio de carnicero como la destreza para amansar los animales lo aprendió de su padre quien, tras quedar huérfano muy joven, había optado por comprar animales y amansarlos para la venta de adultos. También su abuelo materno tenía bueyes y acostumbraba a trabajar con ellos. «Tanto mi padre como mi abuelo siempre me hablaban de aquellos trenes llenos de ganado que marchaban para Castilla y el País Vasco», recuerda.

«El 90% de los animales los compro en Portugal, porque allí aún las aldeas están vivas y es ahí donde encuentras buena calidad y exclusividad»

No sólo tuvo en cuenta las costumbres para la doma de antaño sino para localizar ejemplares con potencial. «Me enteré que la gente que se dedicaba a criar bueyes para la venta de carne los traía de Portugal y empecé a ir por ellos allí», explica. Hoy sigue manteniendo en el país luso su principal punto de compra. «El 90% de los animales los compro en Portugal, porque allí aún las aldeas están vivas, llenas de gente, y es ahí donde encuentras buena calidad y exclusividad, que después es lo que valora el cliente», argumenta Nogueira.

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Mario trajo de Portugal uno de los ejemplares de mayor tamaño de la raza Minhota.

Mario gusta también de la raza Minhota, por el potencial que tienen sus bueyes. «Es la antigua raza Rubia Galega, que llevaron los portugueses y mantuvieron sin variaciones, a diferencia de lo que ocurrió en Galicia», explica. Son animales con una mayor producción de leche, sin ser culones, y con una calidad de carne superior, puesto que engrasan más en comparación con la actual Rubia Galega, tal y como apunta el ganadero y carnicero. Ahora casi se centra en la venta de bueyes de carne, en vez de animales para la vida. «He tenido años en los que vendí unos 200 bueyes de carne», concreta.

La mayoría de esos bueyes y vacas grandes que compra en Portugal tienen como destino tanto la restauración como otras empresas del resto de España o citas gastronómicas destacadas como Alimentaria, en Barcelona; o el Salón Gourmets, en Madrid. «La gente aprecia mucho estos animales criados al modo tradicional, frente a una crianza más industrial», indica. El precio medio de estos ejemplares se sitúa en los 10 euros por kilo.

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Mario y Cristina doman tanto animales adultos como terneros para acudir a exhibiciones y ferias.

Animales televisivos y de romería

Además de la compra y venta de estos animales, Mario cuenta con un grupo de unos 14 bueyes que son los animales de las romerías, y con los que muestra las destrezas que tanto él como su mujer Cristina Gómez tienen a la hora de trabajar con ellos. «Desde un principio Ana Cristina siempre me ha apoyado y también empezó a interesarse por estos temas. Hoy es mi gran apoyo y si no llega a ser por ella no creo que hubiese llegado hasta aquí», detalla Mario, a la par que recuerda que Cristina ya logró también varios reconocimientos por su trabajo en la doma de los animales.

El rebaño lo integran ejemplares de algunas de las razas que más le gustan y que tienen en una finca en la comarca de Valdeorras. Así, cuenta con animales Maroneses, una raza procedente de la zona de Villa Real, en la Sierra del Marão, en Portugal. También dispone de bueyes barrosos, conocidos por el tamaño de su cornamenta; y de la raza Alistana Sanabresa. «Son razas muy antiguas y vistosas, tienen una historia detrás ligada al trabajo de la tierra», indica Nogueira. Estos animales son una parte fija de la ganadería que toda la familia mima.

«Cuanto más bravos son los animales más me gusta conseguir amansarlos. En 15 días suelo volverlos dóciles»

Tanto la selección de los animales que forman parte de este rebaño como de todos los que acaba comercializando Mario es una de las claves de su éxito. «Una de las mayores dificultades es la selección del animal, saber ver con antelación cómo se va a desarrollar ese animal dentro de unos años», detalla. En el caso de los animales que comercializa para deportes como el arrastre o para la doma y exhibición este proceso de selección cobra aún más significado. «No sólo hay que saber anticiparse a la evolución de ese animal, sino que hay que buscar otro que se vaya a desarrollar de manera similar para que puedan formar pareja», indica.

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Una de las claves del éxito de Mario es su destreza para encontrar animales con características similares que puedan formar buena pareja de adultos.

Los animales que empareja deberán tener una morfología semejante, desde el tamaño hasta el color o la cornamenta. En el caso de los animales que vende para la vida la pareja puede alcanzar un precio medio entre los 6.000 y los 10.000 euros con 4 años, aunque una vez que están compitiendo en el arrastre, si muestran buenas cualidades pueden llegar a los 30.000 euros.

Una vez que castra los animales, trabaja con los bueyes con la cuerda para, con paciencia, ir consiguiendo que se vayan tornando más tranquilos. «Cuanto más bravos son los animales más me gusta conseguir amansarlos y que sean animales tranquilos. En 15 días suelo conseguir que se vuelvan dóciles», apunta Nogueira. Sin embargo, no todos los animales que amansa sirven para llevar a las romería. «No todos los animales valen para llevar a las romerías. Sólo un 10% de los bueyes que amanso sirven para meter entre la gente», concreta el ganadero.

«No todos los animales valen para llevar a las romerías. Sólo un 10% de los bueyes que amanso sirven para meter entre la gente»

Con los animales más dóciles recorren buena parte de la geografía gallega participando en ferias y romerías para dar a conocer estas razas. Desde el Carnaval en la zona de Valdeorras o los Reyes, hasta citas como la Arribada Medieval (Baiona), la Festa do Boi (Allariz), la Semana Verde (Silleda), el San Froilán (León) o el San Isidro de Llanera (Asturias), una de las citas que más le gusta, puesto que es un punto de encuentro para ganaderos de todo el norte de España. «Una de las cosas que más me gusta es llevar a estas citas, además de los bueyes, un pequeño ternero dócil, para que los niños se puedan acercar a él y cogerlo por la cuerda por primera vez», reconoce.

A la par de las ferias, algunos de sus animales tienen también participado en grabaciones de series y películas como El final del CaminoDoctor Whoo incluso programas de televisión como Gran Hermano. «Estuvimos casi un año recorriendo media España y participando en casi todas las grabaciones sobre épocas medievales que se hacían o que precisaban una pareja de bueyes», explica Mario. Incluso el mundo de la moda también contó con sus animales, que participaron en la grabación de un anuncio publicitario para la firma textil Gucci. 

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Tienen un centenar de vacas cachenas con las que gestionan unas 1.000 hectáreas de monte en O Courel.

Cachenas con las que amansar el monte

Junto con estos bueyes, Mario y Cristina tienen desde hace poco más de un año un rebaño de más de 80 vacas cachenas en los montes de la aldea natal de su padre, Chao da casa, en Quiroga (Lugo), en el Courel. «Comenzamos con las cachenas por ser una raza autóctona y por su rusticidad y capacidad para aprovechar el monte», detalla. También las características de su carne, cada vez más apreciada y solicitada por su clientela de la carnicería, fue determinante para la elección de los animales.

«Comenzamos con las cachenas por ser una raza autóctona y por su rusticidad y capacidad para aprovechar el monte»

Pese a la fama de arisca que tiene esta raza, sobre todo al ser criada en el monte, Mario también consiguió tener un rebaño fácil de manejar. De hecho, algunos cambios que hace del ganado los realiza guiándolas con el coche, al que las vacas siguen sin dificultad. «Cuando las traje me decían que, una vez que las hubiese soltado en el monte, no las iba a volver ver junta nunca más», recuerda.

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Tener las vacas con un grupo de bueyes en los primeros días facilitó que se acostumbrasen al manejo que realizaban con ellos.

El grupo de 20 bueyes que tenía en el monte en el momento de la llegada de las cachenas fue clave para conseguir el manejo que hace ahora de los animales. «Las tuve un mes con los bueyes y fui consiguiendo que se fuesen acostumbrado. Al cabo del mes hicimos el saneamiento de los 115 animales en 2 horas y sin mayores dificultades», comenta.

Gestiona unas 1.000 hectáreas de monte a 1.000 metros de altitud, por lo que cuando las condiciones climáticas son desfavorables en invierno suele cambiarlas para un cierre de unas 20 hectáreas donde le proporciona forraje. «Buena parte del año las vacas se mantienen bien con lo que hay en el monte, pero en invierno no les llega y le damos tacos de cereales y forraje», detalla el ganadero.

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Mario y Cristina han conseguido transmitir a sus hijos la pasión por los animales. Raúl, su hijo, llama por los bueyes mientras Mario labra la tierra.

Mantener vivo el trabajo tradicional con el ganado

Mario y su familia tienen un proyecto a largo plazo en el que llevan años trabajando: la creación de un Museo del Buey. «Llevo 30 años juntando antiguos aperos de labranza por toda Galicia para poder un día contar con un museo donde poder enseñar a la gente cómo se trabajaba la tierra», explica.

Mario e Cristina conseguiron transmitir a paixón polos animais ós seus fillos. Raúl, o seu fillo, chama polos bois mentres Mario labra a terra. 

Su intención no sólo es contar con una exhibición de la maquinaria, sino hacer demostraciones de antiguas técnicas de labranza con animales y enseñar estas técnicas a quien tenga interés, así como compartir su experiencia en la gestión del monte con el ganado para quienes quieran impulsar proyectos semejantes.

Artículo de Laura Martínez publicado en Campo Galego