Entrevista a Ignacio Pérez, ganadero de Berrendo, en Feagas

Entrevista a Ignacio Pérez, ganadero de Berrendo, en Feagas

Ignacio Pérez lleva domando bueyes toda su vida. Además es veterinario, lo que demuestra su amor y dedicación por los animales. Hablamos con él para que nos cuente un poco más sobre este oficio y sobre su experiencia con los animales.

¿En qué consiste la doma de bueyes para cabestros?

Podemos resumir el proceso de doma como una serie de pautas a seguir en el manejo y trato de animales previamente cerriles, para convertirlos en animales dóciles que obedezcan las órdenes indicadas con la voz de la persona que los maneja, para así a su vez conseguir el manejo fácil y efectivo de los bueyes y el ganado (normalmente bravo) que acompaña a estos.

¿Cuándo domó sus primeros animales?

Llevo en esto prácticamente desde que tenía uso de razón, empecé junto a mi abuelo con 3-4 años y luego seguí sus pasos hasta que cumplí los 18. A partir de ahí, aunque con algunas indicaciones por parte del maestro, empecé mi andadura yo solo.

¿Lleva la cuenta de cuántos animales ha domado?

Claro que sí, me acuerdo de todos y cada uno de ellos. Todos los años he domado entre 6 y 12 bueyes, y llevo en esto desde niño, así que ajusten la cuenta.

¿De dónde le viene esa afición?¿Y el conocimiento para la doma?

Como bien he dicho antes, empecé junto a mi abuelo, que era mayoral y cabestrero en la ganadería de Torrestrella. Yo me crié allí junto a él, y además de aprender muchísimo sobre el campo y el ganado en general, digamos que los bueyes eran lo que más me llamaba la atención, así que me especialicé en una de las labores cada vez más extinta en la que mi abuelo era un especialista, su doma para su uso como cabestros.

¿Ser veterinario le ayuda o facilita conocer cómo trabajar con cada animal?

No, el cómo trabajar con cada animal me lo ha hecho saber la experiencia con cada uno de los que ha pasado por mis manos, ya que de cada animal se aprenden cosas. Aunque sí que es verdad que la veterinaria me facilita procesos médicos que hay que llevar a cabo con ellos, por ejemplo la castración.

¿Con qué dificultades se ha encontrado a la hora de domar estos animales?

La mayor dificultad, generalizando, es que tienen la cabeza muy dura, suelen ser muy testarudos al principio, lo que no quita que sean inteligentes. Otros llegan incluso a envestir. Depende mucho de cada individuo.

¿Cualquier animal puede ser domado o existe alguna raza que se presta mejor a ello?

Cualquier animal puede ser domado, incluso un cruce con raza de Lidia. Pero sí que es verdad que hay razas como la Berrenda en Negro, la Berrenda en Colorado o el Mertolengo que sí presentan una serie de cualidades que las hacen generalmente predispuestas a ser usadas para cabestros.

¿Cuáles son las características principales que debe poseer un animal para ser domado?

Yo normalmente busco animales que sean vivos, alegres, que se muevan con elegancia y que respondan bien a los estímulos que les ofrezco. No importa que sean muy ásperos al principio, luego se terminan entregando. Para que los bueyes funcionen tienen que ser animales de movimientos rápidos, que respondan a las órdenes al instante.

¿Para qué se utiliza un buey cuando está domado? ¿Tienen muchos usos en la actualidad?

Se puede usar para el tiro de carretas, modalidad que yo no practico, aunque parte de la misma base que la doma para cabestros. Y por supuesto, para el uso de esos bueyes como cabestros para el manejo del ganado bravo, que es la finalidad de la doma que yo personalmente llevo a cabo.

¿Diría que este oficio es un arte?

Digamos que sí, ya visto que desde este punto, se trata de crear una obra maestra. Es como pulir, encajar y componer una serie de engranajes para poner en marcha una orquesta. Digo orquesta porque cuando los bueyes ya están domados, y cada uno ocupa un lugar establecido dentro de la baraja, a cada uno de ellos se le asigna un cencerro o esquila de distinto sonido dependiendo de la ligereza que tenga cada animal en sus movimientos, creando una alegre melodía. Además se pueden enseñar a hacer muchas cosas que ofrecen espectáculo y hacen referencia a lo inteligentes que son, como por ejemplo, enseñarles a que se arrodillen, o a que den el cuerno.

¿Cree que hay relevo generacional suficiente como para que la doma de bueyes tenga futuro?

Siendo sincero, no lo creo. Los que seguimos domando bueyes para cabestros nos podemos contar con los dedos de una mano. Quedamos muy pocos en España, es un trabajo muy duro y pesado, hay que ser muy insistente, y tener mucha paciencia. Además al final te acabas volviendo un esclavo del campo y de los propios animales. Yo lo hago porque, dentro de mi esclavitud, soy feliz, ellos me necesitan a mí, pero yo también los necesito a ellos.

*entrevista publicada en FEAGAS.